Vida diaria

Camposolillo siempre tuvo escuela; su edificio aún está en pie frente al campanario, en un pequeño alto, aunque ya no dedicado al mismo fin.

Era una casa de planta baja que contaba con un vestíbulo, un pequeño cuarto utilizado como almacén, y el aula propiamente dicha, a la izquierda de la entrada. Contaba con grandes ventanales orientados hacia la Iglesia y hacia el poniente.

Su denominación era «Escuela Nacional Mixta de Camposolillo», y a ella acudían todos los niños y niñas de el Campo y San Cibrián, desde los 5 hasta los 14 años.

En los años 20 la Maestra Nacional era doña Virgilia Alonso.
En 1934 fue nombrada maestra interina de Camposolillo doña Antolina Rodríguez Agúndez.
Finalizada la Guerra Civil hasta su jubilación en 1966 fue maestra Doña Obdulia Herreras Santos
Le sustituye Doña Mergelina Colinas García, que ocuparía el cargo hasta el desalojo del pueblo y consiguiente supresión de la Escuela, publicada en el BOPL nº 183 de 14/08/1969. Falleció el 10/04/2024 a los 81 años de edad.

Con motivo de la jubilación de Doña Obdulia, se compuso una canción que se entregó en forma de papelitos a los vecinos -sobre todo a los niños-, para que la fueran ensayando.

Decía así:

Y durante estos años
en el pueblo realizó
con amor y con tesón
una abnegada misión.

Doña Obdulia, Doña Obdulia (Con la música de «Clavelitos, clavelitos»)
todo el pueblo te quiere decir
que aunque te hayan ya jubilado,
queremos que te quedes aquí. (Este estribillo se repetía)

Hace ya más de seis lustros
que una maestra ejemplar
a estas montañas llegó
ansiosa de enseñar.

Sólo llegó a haber un receptor de TV en el pueblo, y se veía fatal, a pesar de que la antena se había instalado a bastante altura, en el alto que esta a espaldas del pueblo.
Estaba en casa de D. Jaime Alonso, abogado que vivía y trabajaba en León.

Nunca hubo líneas fijas de teléfono en el Camposolillo anterior a la expropiación; el más cercano estaba en Puebla de Lillo, y de allí se recibían los avisos urgentes.

En la actualidad sí existe buena cobertura de móvil gracias a la cercanía a la estación invernal de San Isidro.

He aquí una foto -en un ambiente un tanto fantasmal-, del transformador de Camposolillo, tomada en una tarde de invierno en los años 40.

Transformador de Camposolillo, años 40

La energía eléctrica la suministraba la empresa «León Industrial» (todavía hoy tiene intereses en la zona). No muy lejos del Campo, en el río Porma, había una central eléctrica.
La electricidad se utilizaba exclusivamente para el alumbrado; excepto los aparatos de radio, no había ninguna máquina o electrodoméstico que funcionase con energía eléctrica.
También era frecuente que «se fuera» la luz y quedarse a oscuras cuando había tormentas.
En estos casos, era Heraclio el que, por delegación de León Industrial, se encargaba de manipular el transformador del pueblos -una caseta de madera situada al lado de la cantina de Pedro Antonio con una llamativa calavera avisadora del peligro-, para restablecer el suministro de corriente cuando ésta fallaba.
«Se ha ido la luz» era la frase empleada cuando tal ocurría.

El único edificio que no tenía suministro de corriente era el molino el pueblo, que generaba su propia energía con una turbina accionada por la corriente del agua.

Agua

Camposolillo tenía un buen servicio de agua, pues la mayoría de las casas contaban con suministro de agua potable, gracias a la red que se construyó en su momento.
De hecho, era la única población de la comarca del valle del Porma que contaba con agua corriente (1923). Tengamos en cuenta que la ciudad de León tuvo éste servicio desde 1924. La captación de agua se hacía desde el manantial de el Esquinón, y se trasladaba al pueblo en tubería de gres.

Las casas que no contaban con el agua corriente se surtían de la fuente que todavía hay en el centro del pueblo, y en la que también bebía el ganado.

Alcantarillado

Simplemente, no existía.

Cada cual solucionaba el problema como podía: utilizaban la cuadra como «servicio», usaban pozo negro, o se dejaba salir el agua del fregadero a la calle. Algunas viviendas optaban por el método «mixto» (pozo negro y salida del fregadero a la calle para evitar que se llenase).

La escuela no tenía servicio: el que necesitaba excusarse debía utilizar el «prao» contiguo.

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